"Desde un presente perturbador, hacia un futuro transformador"

Eduardo Zubiaurre

Artículo del presidente Confebask, Eduardo Zubiaurre, para Empresa XXI: 

"Atravesamos una crisis social y económica sin precedentes, con numerosos altibajos.   Todo apunta a un escenario de progresiva recuperación. Y, de hecho, hasta el tercer trimestre el crecimiento económico en Euskadi, si bien todavía estaba un 5% por debajo del nivel prepandemia, se hacía sentir en todos los sectores, y la creación de empleo se asentaba sobre bases sólidas.

Sin embargo, desde hace varias semanas nos adentramos, otra vez, en terreno ‘pantanoso’. Los altos precios de la energía, el desabastecimiento de materias primas, y el atasco en el suministro de productos clave para nuestra economía - fruto del ‘cuello de botella’ mundial tras la intensa reactivación de la demanda-, están generando problemas muy serios a nuestro tejido productivo.

Dos variables asoman por el horizonte. De un lado, habrá que ver cómo afecta al balance final del año las paradas anunciadas por grandes compañías industriales ante el desmesurado crecimiento del precio de la energía o los problemas de desabastecimiento en la cadena de suministro. Y, de otro, también habrá que estar atentos a los efectos que pueda acarrear una inflación ahora mismo desbocada, por encima del 5% según los últimos datos de octubre.

Es cierto que, según el consenso de instituciones y expertos que velan por su control, todo esto tiene pinta de ser una coyuntura pasajera que remitirá a corto o medio plazo. Pero también es verdad que, ya hoy, amenaza seriamente la competitividad de nuestras empresas y sus márgenes que, adicionalmente, es más que posible que se estrechen aún más, en cuanto la variable de la inflación se introduzca en la negociación colectiva.

Así que, y en resumidas cuentas, estos factores sobrevenidos hacen que las previsiones que manejábamos de un crecimiento en torno al 6’5% para el conjunto del año en Euskadi, puedan sufrir, casi con toda seguridad, retoques a la baja. De hecho, numerosos analistas y organismos ya lo han hecho.

Todo esto forma parte de ese ‘presente perturbador’ al que aludía en el título de este artículo. Una situación que, sin embargo, no debe hacer que perdamos la perspectiva de las cosas. En suma, la necesidad de afrontar retos estructurales que nos permitan construir para nuestros hijos un futuro sostenible, tanto económica como socialmente.

Porque a pesar de todas las dificultades, no podemos quedarnos atrás en esta salida de la crisis. Esto es, debemos ser capaces de aprovechar las enormes oportunidades que nos brinda Europa para encarar una profunda transformación de nuestra economía con la que recuperar peso económico relativo y un mayor desarrollo económico y social.

Es cierto que en los últimos 45 años hemos duplicado el PIB por habitante y somos, después de Madrid, la comunidad autónoma con mayor nivel de renta. Pero el crecimiento medio anual durante los últimos 45 años de la economía vasca ha sido del 1’62%, por debajo de las comunidades autónomas de referencia y también por debajo del obtenido por la economía española. La principal consecuencia es que, si en 1975 suponíamos el 7’80% de la economía española, ahora apenas llegamos al 6’11%.

Asimismo, en las últimas décadas hemos perdido el arraigo de importantes empresas tractoras, así como los holdings de inversión industrial creados en los 90 para salir de la crisis de entonces. En definitiva, estamos perdiendo relevancia económica, a lo que se añaden otras circunstancias que amenazan nuestro progreso, entre ellas, nuestra particular pirámide demográfica. Desde Confebask estamos tratando de alertar a las instituciones y a la sociedad vasca en general sobre la necesidad de atender cuanto antes el enorme desafío demográfico y de formación que tenemos por delante.

Hoy en día, Euskadi tiene un índice de envejecimiento muy por encima de la media del estado y una de las tasas de natalidad más bajas de Europa. Pero, además, en las dos primeras décadas de este siglo XXI, Euskadi ha perdido una buena parte de su fuerza laboral. Y de cara a 2030 y según informes de Lanbide, vamos a tener que reemplazar a 600.000 personas que están trabajando en la actualidad. Y ésa va a ser una tarea ímproba porque, a pesar de tener muy buenos centros de Formación y universidades, las proyecciones sobre población nos indican que no habrá personas suficientes para ese reemplazo.

Adicionalmente, todos somos conscientes de que vamos hacia una economía más avanzada que va a necesitar de personas con conocimientos, habilidades y actitudes también avanzadas. Ahí juegan un papel MUY relevante dos aspectos: de una lado, un nuevo modelo de formación coordinado con los actuales retos europeos. Y, de otro, un sistema de orientación temprana e integral dirigida a los jóvenes que promocione la matriculación en las conocidas como especialidades STEAM, las relativas a la ciencia, tecnología y matemáticas, en línea con la estrategia europea, y que deben servir para multiplicar la competitividad de nuestras empresas.

El riesgo es que en 20 o 30 años nos quedemos sin personas suficientes y, además, sin la cualificación necesaria para afrontar nuestra necesaria transformación. Formación y demografía deberían formar ya, de manera urgente, parte de la agenda institucional del país.

En definitiva, el futuro pasa por no desatender las incertidumbres y dificultades del día a día (evidentemente). Pero también por un enfoque con perspectiva de futuro. Por atender ya un cambio radical, aprovechando el enorme caudal de ayudas europeas, si queremos completar con éxito el tránsito entre un presente de extraordinaria volatilidad como el actual, hacia un futuro de progreso económico y social válido para mantener nuestro alto nivel de bienestar. Eso es, ni más ni menos, lo que está en juego.