20200621

Entrevista con Iñaki Garcinuño, Presidente de Cebek. Fiel a su discurso moderadamente optimista, prefiere ver el vaso medio lleno pese «al batacazo globalizado que nos hemos dado». Si llegamos a septiembre con datos positivos, pronostica un buen final de año. Por sectores, ve mejor el comercio y el turismo «porque hay ganas de disfrutar del ocio», que otros como el aeronáutico «que van a sufrir mucho». Alerta sobre la montaña de dinero que debe España y ve «más promesas de las debidas, imposibles de cumplir». El presidente de Cebek, considera que en el acuerdo sobre los ERTE suscrito esta semana entre el Gobierno Vasco, Confebask y los sindicatos CC OO y UGT «se ha perdido una oportunidad para ayudar a las empresas».

La Línea Covid-19 de la Compañía Española de Reafinanciamento (CERSA), dependiente del Ministerio de Industria, ha apoyado durante los meses de abril y mayo a 3.284 pymes vascas que se han visto afectadas por la pandemia del coronavirus. Esta cifra supone casi el 40% de las 8.246 pymes y autónomos avaladas por esta línea en toda España. Por sectores beneficiarios de los préstamos, la industria ha absorbido el 30% del total, comercio el 26%, hostelería y transporte el 15%. Y por tipo de empresas, el 30% han sido autónomos, el 45% micropymes hasta 10 empleados y el 25% empresas pequeñas y medianas.

Repsol se apoya en la refinería vasca de Petronor para adelantarse en la nueva carrera energética, marcada por los combustibles sintéticos. Destinará 80 millones de euros a dos plantas en el entorno del Puerto de Bilbao de las que, según sus promotores, depende el futuro de la refinería, con 1.000 empleados y el principal contribuyente vasco –cerca de 800 millones el año pasado–. Se va a adentrar en el combustible sintético limpio. Una batalla aún con pocos actores que el emporio petrolero quiere ganar.

El presidente de Repsol, Antonio Brufau, de 72 años, analiza el impacto geopolítico, social, económico y energético de la pandemia. Subraya la crisis del multilateralismo, reclama apoyo decidido a las empresas y ve imparable la transición energética. Resalta que la economía está en una situación crítica y que lo que hace falta ahora es reanimarla, apoyando al tejido empresarial. En particular, subraya la importancia de la industria para superar la crisis. “Nuestra economía está en la UCI y hay que salvarla”. “Las respuestas a la pandemia han sido demasiado locales. Falta cohesión”. “El riesgo de ruptura del mercado único europeo es una realidad”. 

Defiende que es una energía de transición y estratégica y tramita los sondeos en Álava, mientras su socio de gobierno, el PSE, no lo ve. Un trámite en el Ayuntamiento de Vitoria va a hacer que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribero, tenga que pronunciarse en el Congreso sobre si va a paralizar o no cualquier movimiento en búsqueda de gas en Álava antes incluso de que esté aprobada definitivamente la Ley de Cambio Climático que obliga a reducir el consumo de combustibles fósiles. Sin esa moratoria, a día de hoy el Gobierno de Urkullu tiene despejado el camino para pedir licencia de obras y de actividad y empezar con los sondeos en el pozo Armentia 2 de Subijana, a tan sólo 12 kilómetros de Vitoria.

Euskadi es tierra de ingenieros, tanto que el territorio tiene una de las tasas más altas de Europa de titulados en carreras técnicas y tecnológicas (STEM, por sus siglas en inglés) por cada mil habitantes: 37,8. Sin embargo, los ingenieros vascos no saldrán indemnes de la crisis mundial derivada de la pandemia del Covid-19. El ERTE aplicado en el grupo aeronáutico ITP –que emplea a unos 2.000 trabajadores en sus plantas de Derio, Barakaldo y Sestao– ; el ERE de extinción de Sener – con sede social en Getxo y unos 1.600 trabajadores en España– son solo dos ejemplos de los efectos de esta crisis para los ingenieros y que anticipan la tormenta que se avecina. «Va a ser un año difícil sobre todo para los recién titulados. Va a haber pocas ofertas de empleo y mucha mayor competencia», destaca el director de la Escuela de Ingeniería de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Enrique Amezua.

La crisis económica provocada por la pandemia de la Covid-19, con los meses de confinamiento y una ‘nueva normalidad’ que tardará bastante en recobrar niveles cercanos a los anteriores, ya ha dejado sus primeros hitos negativos. La caída del -5,2% en el Producto Interior Bruto (PIB) de enero a marzo es la mayor para un trimestre en la serie histórica del INE (arranca en 1970), el desplome del -33,6% en la producción industrial en abril fue el más grande desde, al menos, 1976, y también el sector servicios ha sufrido su descalabro más notable. Los expertos ven una línea histórica común de exceso de confianza y falta de consenso a la hora de adoptar medidas. 

José Luis Escrivá, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, es un independiente en un gobierno de coalición. Bajo su responsabilidad caen dos de los principales proyectos que se van a abordar en esta legislatura: el Ingreso Mínimo Vital (IMV) que ha echado a andar este mes, y la reforma del sistema de pensiones, que está convencido de lograr durante la presente legislatura con acuerdo del Pacto de Toledo. Sobre esta reforma considera que además del deber de «asegurar de forma permanente que las pensiones mantengan su poder adquisitivo», hay que «reajustar» la jubilación anticipada y los «incentivos» a retirarse más tarde para acercar la edad efectiva a la edad legal. Y sobre la reforma laboral asegura que «nos obsesionamos con la reforma laboral cuando hay que mirar en otras direcciones». 

"Todo indica que la economía mundial pospandemia será mucho menos globalizada, con un rechazo de los líderes políticos y de las poblaciones a la apertura como no se ha visto desde las guerras de aranceles y devaluaciones competitivas de la década de 1930. Y esto traerá consigo no sólo menos crecimiento, sino también una reducción significativa de la generación de riqueza en todas las economías, excepto tal vez las más grandes y diversificadas. Si se produce un paso atrás en el proceso hacia una economía mundial, ningún país estará a salvo. Incluido Estados Unidos". 

Noventa y nueve días después de que el Consejo de Ministros declarase el estado de alarma tras la virulenta irrupción en España del coronavirus, Pedro Sánchez compareció ayer en Moncloa para despedir este instrumento constitucional «con el que hemos podido salvar miles de vidas» y apelar a la unidad política para afrontar la difícil tarea de reconstrucción del país. «No tengamos miedo en avanzar unidos», demandó el presidente del Gobierno, que instó a los partidos de la oposición a abandonar la crispación y dejar de gastar energía en «crear confrontación y divisiones». «España –dijo– debe entenderse con España».

Fernando Simón. La pedagogía y las dotes de comunicador del hombre más conocido de la España del coronavirus no han tapado graves errores de gestión del Gobierno. Las dudas sobre el uso de la mascarilla y la falta de rigor en el número de muertos marcan su actuación en la crisis. Todo el mundo sabe quién es Fernando Simón, el científico de pelo revuelto y cejas puntiaguadas que ha puesto otra vez de moda las camisas de lino y de manga corta. Su rostro se ha imprimido en camisetas y algunos incluso ven en su estilo pedagógico y con pequeñas concesiones a la retranca aragonesa. Pero Simón tiene detractores, que le acusan de grandes errores, también desde la hipérbole, y le recuerdan que el Gobierno del que él ha actuado como portavoz ‘in pectore’ ha cometido peligrosas omisiones. 

En marzo América observaba el avance del coronavirus en el mundo con preocupación desigual. Mientras Europa ya estaba desbordada por la pandemia, en la otra orilla del Atlántico se tomaron las primeras medidas sin tener claro el horizonte. Después de Milán y Madrid, llegaron Nueva York, São Paulo o Guayaquil. Hoy los papeles se han invertido, aunque la incertidumbre sobre el desenlace es la misma. Lo único cierto es que la emergencia sanitaria está lejos de remitir y no ha alcanzado su pico. Y América es ahora el epicentro del virus, al tiempo que comienzan a registrarse rebrotes en Asia, algunos países europeos y los datos más recientes indican que la India es una potencial bomba de relojería.