Elecciones y Brexit

Roberto Larrañaga, presidente de Confebask

Dos acontecimientos recientes (y van…) llaman urgentemente a nuestra puerta  y requieren de una respuesta que despeje dudas a la mayor velocidad posible sobre nuestra economía.

De una parte, la gobernabilidad en el estado español. No hay lugar ya para terceras elecciones ni líneas rojas. Es verdad que no hay mayoría absoluta para ninguna formación, pero también lo es que las votaciones han dibujado un escenario concreto que, casi con toda seguridad, no iba a cambiar sustancialmente con una nueva convocatoria. Harían mal los partidos y sus líderes en negar esa evidencia y enrocarse en argumentos de meses atrás que han impedido la formación de gobierno y con los que  han conseguido cansar a la ciudadanía hasta extremos insospechados. Quizá el fuerte aumento de la abstención registrado este pasado domingo nos dé una pista de ese hartazgo.  Repetir los comicios por tercera vez consecutiva no es algo que la sociedad vasca y la española puedan permitirse. Necesitamos consensos. 

Llega el momento de exigir a los políticos la responsabilidad que con tanto ímpetu han pedido a los ciudadanos para que acudieran a votar. A ellos les toca acordar qué gobierno se forma y en qué condiciones. Pero necesitamos ya un marco estable de funcionamiento que no retrase durante más tiempo inversiones y políticas estratégicas. Siempre he dicho que en Euskadi la estabilidad institucional de la que gozamos aporta un gran valor añadido a nuestra economía, nuestras empresas y a nuestra sociedad en general. Pero si desde Madrid se sigue apelando a la incertidumbre una y otra vez, acabará por pasarnos factura…si no lo ha hecho ya.

Y de otra parte, el Brexit. La ruptura del Reino Unido con la UE tras 43 años de relación comercial privilegiada  ha generado un terremoto de consecuencias desconocidas. Es una mala noticia que, sin duda, afectará a la economía mundial, europea y vasca. No en vano es uno de nuestros principales socios comerciales. Y como consecuencia de su decisión, acaban de cambiarnos unas reglas de juego establecidas, que funcionaban, por otras de resultado incierto.

No podemos sin embargo dejarnos contagiar por el pánico. Aquí también es necesario apelar al liderazgo, en esta ocasión de los políticos europeos, para que negocien una desconexión lo más tranquila y acordada posible, que salvaguarde al máximo los intereses de todos los europeos y lancen un mensaje de tranquilidad a los mercados.  El Brexit no puede ni debe convertirse en el inicio del fin de la UE, y mucho menos en un contexto de tan dudosa recuperación internacional como el actual. Es un cambio que hay que saber gestionar con serenidad.

En resumen: tanto en uno como en otro caso, la ciudadanía ha hablado. Ahora es el turno de los políticos. La sociedad en general y los empresarios en particular les pedimos que estén a la altura de la responsabilidad de su cargo.