20200313

No ha sido posible mantener el calendario. La emergencia sanitaria desencadenada por el coronavirus ha obligado a posponer hasta noviembre –a la semana del 23 al 27– la celebración de la 31 edición de la Bienal Española de Máquina Herramienta (BIEHM) 2020, la mayor cita industrial de Euskadi. «Ha sido una decisión muy difícil, pero necesaria por la alerta sanitaria», explicó el director general del recinto ferial Bilbao Exhibition Centre (BEC), Xabier Basañez. La medida fue adoptada por consenso de los tres organizadores: el ferial BEC y las asociaciones de empresas de máquina herramienta AFM (fabricantes) y AIMHE (exportadores).

El avance del virus trastoca la vida diaria de los vascos, obligados a extremar la prevención en sus relaciones personales. Las autoridadades insisten en apelar a la responsabilidad de la ciudadanía para lograr frenar la epidemia. La respuesta que dé es decisiva en la lucha que desde hace semanas nuestra sociedad mantiene contra una amenaza invisible que ha alterado por completo nuestra vida. Cómo afronte cada uno de nosotros el reto que el coronavirus nos ha planteado será clave para evitar un nuevo contagio, otro ingreso hospitalario, una cama más ocupada en la UCI... En definitiva, para vencer a la pandemia. 

Gabriel Reina Especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Navarra. El experto cree que el sistema está preparado para la crisis sanitaria, pero recuerda la necesidad de que el número de casos no crezca abruptamente. "Hay que compaginar una vida normal en la que uno duerme, se alimenta, descansa, sale a hacer la compra y se da un paseo con intentar mantener un contacto mínimo con otras personas porque es la forma de frenar las cadenas de transmisión. Podemos y debemos hacer más para frenar el virus. Hay que trasladar el mensaje de que las medidas de contención funcionan si se siguen. La población debe ser consciente de la gran responsabilidad individual que tenemos para llevar a cabo las medidas en cuanto a higiene de manos, limitar el contacto social, suspender las reuniones innecesarias... Las buenas prácticas nos afectan a todos y nos conciernen a todos". 

El presidente de China, Xi Jinping, anunció el martes que la victoria en la guerra contra el coronavirus estaba cerca y, ayer, el portavoz de la Comisión Nacional de Sanidad, Mi Feng, confirmó que lo peor de la epidemia en el gigante asiático ya ha pasado. Justificó esa afirmación con los datos de la última semana: no se ha registrado ninguna nueva infección en la provincia de Hubei, epicentro de la epidemia, con la excepción de su capital, Wuhan. E incluso allí, las nuevas infecciones diarias han caído por debajo de la decena: ayer fueron ocho. Eso ha llevado a las autoridades de diferentes condados de Hubei a comenzar a relajar las restricciones impuestas a la población, que puede volver a salir de casa por primera vez desde hace siete semanas.

El coronavirus ha doblegado a la Bolsa española como nunca antes lo había hecho otra circunstancia política ni económica. El Ibex-35 sufrió ayer su peor retroceso en un solo día desde que el índice tiene vida: con el desplome del 14,06%, el mercado ha horadado todos los suelos posibles hasta situarse en los 6.390 puntos. Hacía ocho años que el selectivo no se encontraba en ese nivel, justo cuando España atravesaba el peor momento de la crisis económica de 2012. La CNMV prohíbe hoy las ventas en corto de acciones de las 69 sociedades más perjudicadas. 

El Banco Central Europeo (BCE) opta por exhibir músculo a golpe de talonario. El esperado arsenal de medidas para contener el impacto económico del coronavirus se resume en dinero a espuertas en condiciones generosas. Insuficiente para unos mercados que esperaban más. Así que acabaron entrando en barrena. Christine Lagarde no obró el milagro. El BCE se inclinó por no tocar los tipos de interés y concentrar su nueva munición en una inyección de liquidez masiva a los bancos y en reforzar la compra de deuda hasta final de año. 120.000 millones de euros adicionales.

El Gobierno ha decidido el fraccionamiento y el aplazamiento, previa solicitud por parte de las propias compañías y autónomos, de sus deudas fiscales con la Administración en seis meses y sin intereses. El Gobierno calcula que ello se traduce en una inyección de 14.000 millones de euros en el sistema económico. La medida, en el caso de Euskadi, tendrá que ser aplicada desde las diputaciones, si así lo deciden, que son las competentes en materia fiscal. Su coste deberá imputarse posteriormente vía cupo.

Lo que pide el documento sobre los expedientes de regulación de empleo temporales (ERTEs) para que las empresas afectadas por la crisis sanitaria y sus derivadas (falta de suministro, cancelaciones, etc) es que se acorten los plazos de tramitación y negociación actuales. “Los ERTE en España tienen una tramitación muy larga”, admitió Pepe Álvarez, de UGT, quien también recordó que el cambio legal que se haga no debe favorecer los despidos. El paso dado por los sindicatos fue agradecido tras la reunión por el presidente de los empresarios, Antonio Garamendi, quien aplaudió “su responsabilidad” y calificó de “muy importante” la actitud sindical. A cambio del apoyo a una medida, “que busca minimizar el impacto en el empleo”, explicó Sordo, de CC OO, el documento conjunto plantea mejoras en las prestaciones de los trabajadores afectados por estas suspensiones temporales de contratos. 

La Casa Blanca se ve obligada a aclarar que la medida no incluye el comercio de bienes, como había improvisado el presidente de EE UU. Bruselas desaprueba una medida tomada «de forma unilateral» y «sin consulta previa». Escrito por su asesor más extremo, Stephen Miller, y aderezado con crasos errores de su cosecha, tenía como objetivo demostrar que el comandante en jefe está al mando para calmar así a los mercados, que en lugar de eso se desplomaron ayer con tanta virulencia que hubo que suspender el trading de la Bolsa a los quince minutos de abrir. La crisis provoca limitaciones a los desplazamientos entre Europa y el resto del mundo y una reducción de la movilidad en la propia UE tras décadas de globalización. 

“Ni Lehman Brothers ni la guerra de Irak ni la guerra del Golfo. El turismo nunca había vivido una caída de tal naturaleza, de tal intensidad y de tal velocidad”. Con estas palabras, José Luis Zoreda, vicepresidente ejecutivo de Exceltur, el lobby que representa a 29 de las empresas más importantes del turismo (entre sus socios están NH, Meliá, Iberia, Globalia, Renfe, Riu o Palladium), refleja el excepcional estado de preocupación que recorre la industria ante un contexto inédito. “En tres semanas hay empresas en las que se ha producido una caída de la actividad del 60% y no hay un horizonte de recuperación”.

Las compañías aéreas viven una situación límite debido al impacto negativo que está teniendo la Covid-19 en el transporte aéreo. Las aerolíneas que vuelan en España han cancelado ya 4.400 vuelos en la segunda quincena de marzo, según datos de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA). Ante la falta de ingresos, compañías como Norwegian, Air Europa, Iberia, Air Nostrum, easyJet o Ryanair preparan expedientes de regulación de empleo temporales para reducir costes. La situación para las aerolíneas comienza a ser crítica y se agravará en los próximos días tras la decisión de Donald Trump de suspender los vuelos de Estados Unidos con Europa. Por eso han pedido al Gobierno un plan de choque que incluye, entre otras medidas, el aplazamiento del pago del impuesto de sociedades, de las cotizaciones a la Seguridad Social y de las tasas aeroportuarias que les cobra Aena.

Han pasado tres días desde que la UE anunciase la movilización de hasta 25.000 millones de euros para combatir la pandemia de coronavirus, así como un plan de choque sanitario coordinado entre sus miembros. Sin embargo, por ahora la respuesta no parece estar siendo del todo unánime, y cada uno de los 27 países está lanzando sus propias medidas, alejadas de un plan de contingencia totalmente común. La flexibilización fiscal, las ayudas a las empresas y sectores más afectados, el fomento del teletrabajo y la reducción de jornada, así como el cierre de todos los centros educativos, son las iniciativas más comunes. Un gran plan de estímulo comunitario, sin embargo, todavía no ha sido acordado, sembrando la discrepancia entre países como Italia y Francia, por un lado, y Alemania por el otro.