Cuatro años después de ETA

El pasado miércoles se cumplieron cuatro años desde que ETA pusiera oficialmente fin a décadas de violencia terrorista anunciando el cese definitivo de su actividad armada.
Aunque durante este tiempo han sucedido muchas cosas que han dejado en segundo plano aquella noticia, entre ellas la intensidad de una crisis socioeconómica que ha absorbido muchas de nuestras energías, no quiero pasar por alto la ocasión de recordar la importancia de la efeméride. No en vano, supuso un punto de no retorno hacia la desaparición de un fenómeno que lastró tan larga como dolorosamente a este país durante más de 50 años.

Además de las irreparables pérdidas humanas que seguimos llorando y de las muchas víctimas derivadas de tanta sinrazón, la violencia hizo también mucho daño al clima de tolerancia, libertad y respeto de nuestra Comunidad, dificultando nuestras posibilidades de diálogo y encuentro, minando nuestras fuerzas y frenando, al mismo tiempo, nuestro desarrollo socioeconómico. Hizo en todos los planos un gran surco en nuestras vidas que solo el coraje de todo un pueblo por sobreponerse y salir adelante, por gritar basta, impidió que fuera más profundo. Fueron, de hecho, las ansias de paz de la sociedad vasca y la voluntad conjunta de quienes desde diferentes instituciones y planos trabajaron tanto para erradicar la violencia quienes de verdad condujeron a aquel ansiado 20 de octubre de 2011.

El compromiso empresarial

En la necesaria mención y reconocimiento a las víctimas de todo aquello, no puedo dejar de referirme al colectivo empresarial vasco. Primero, por haber experimentado larga y directamente la persecución terrorista, siendo uno de sus principales blancos con cuarentaempresarios asesinados (desde Angel Berazadi hasta Inaxio Uría, sin olvidar a quien fuera presidente de Adegi, nuestro añorado Joxe Mari Korta). Una cifra a la que sumar la cincuentena de secuestrados y los muchos damnificados por la coacción, los atentados y la amenaza de la extorsión. En segundo lugar, y es de justicia ponerlo en valor, porque si algo ha caracterizado a nuestros empresarios y empresarias es que, pese a  todo, pese a que hubiera sido más fácil tirar la toalla y marcharse, mantuvieron su férreo compromiso con Euskadi, posibilitando con ello que la nuestra nunca haya dejado de ser una Comunidad próspera y desarrollada. Empresarios con el amor a la tierra, al proyecto de empresa y a su gente suficientes como para resistir incluso con peligro para la propia vida. Empresarios que para no llamar la atención se vieron obligados a ser no solo víctimas invisibles y silenciosas, sino también a esconder el buen hacer de su actividad y sus logros, su tesón y su empuje, de tal modo que muchas de sus realizaciones, méritos y aportación al bien colectivo son hoy todavía desconocidos para la sociedad vasca.

Una nueva etapa

Cuatro años después, el momento es, afortunadamente, otro. Recuperada la paz y la libertad, con la nítida memoria de lo vivido, nos toca afianzar la normalidad y la convivencia, pasando página a una etapa de sombras, pesadumbre y desamparo a la que poner cerrojo. Nos tocapensar en futuro, en que la paz no solo es un hecho que nos ha devuelto la tranquilidad y el sosiego, sino también una gran oportunidad económica que explorar, un nuevo motor que se ha puesto en marcha y que, superada la actual crisis, empezará también a darnos sus frutos.

Somos, sin duda, hoy una comunidad más atractiva para el turismo y para la inversión, donde emprender y ser empresario no incluye riesgos ni temores adicionales lo que incentiva el surgimiento y consolidación de más oportunidades de crecimiento y empleo, una comunidad más confiada, más sana, más creativa y abierta.

Son muchos los retos, las incertidumbres, las tareas pendientes que encaramos para posicionarnos competitivamente en un mundo cada vez más complejo y ya global, para seguir siendo referentes en el ámbito empresarial e industrial, para ser reconocidos como ejemplo de una economía desarrollada y de bienestar. Al recuperar la paz hemos, sin embargo, afianzadoun suelo más firme y sólido sobre el que apoyarnos en ese esfuerzo. Hemos fortalecido nuestros valores, nuestra capacidad para convivir, entendernos y colaborar, la base para continuar sin miedo construyéndonos como sociedad.

En memoria y homenaje a todas las víctimas.